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Cuando confundimos al mensajero con el remitente

Cuántas veces he escuchado decir y leído por ahí que tal o cual editorial ha hecho mucho o poco por los juegos de rol, como si ejercer su lucrativa función tuviese algún mérito más allá de proporcionar un producto digno a cambio de dinero. Sería como decir que Planeta, por ejemplo, ha hecho mucho por la literatura, o la baronesa Thyssen por el arte pictórico. Confundir a los vehículos de una determinada forma de cultura (y el rol creo que lo es) con la cultura misma es un error fatal en el que cada vez caemos más como miembros de la sociedad en general y como roleros en particular.

El daño está hecho, porque, hoy por hoy, cultura es lo que los grandes distribuidores consideran como tal. ¿Os habéis preguntado alguna vez la cantidad de tesoros que nos habrán pasado desapercibidos porque la editorial mayoritaria no los tiene en cuenta y no les da alas con su poderosa maquinaria de propaganda y distribución? Cuántos libros, películas y juegos se nos habrán escurrido por el rabillo de los sentidos sencillamente porque no eran considerados rentables por el promotor, distribuidor o editor de turno... Y, al revés, cuánta porquería nos hemos tragado por las razones contrarias, y aquí no puedo por menos que recordar el caso de "El código Da Vinci", ese amago de novela a caballo entre el ensayo de investigación y el ejercicio de más gusto elevado a bestseller. Nos hemos abandonado a creer a ciegas en la palabra de "los que saben de esto" y que a nadie le quepa duda de que con ello hemos salido perdiendo en la misma medida que ellos han ganado.

¿Cómo se aplica esto al rol? Pues muy sencillo. Pongamos por ejemplo el mero hecho de que la editorial en España es, salvo contadísimas excepciones, traductora de material foráneo. Eso la convierte en mera intermediaria y elemento de transición entre lo que se mueve "ahí fuera" y el microcosmos en el que se mueven los consumidores locales. No todo el mundo tiene por qué saber inglés, francés, alemán o finlandés, por lo que la dependencia de la editorial es un hecho. Dependemos de que al editor de turno le parezca interesante un número de títulos por encima de otros por razones tan variopintas como su proyección en términos de rentabilidad económica, sus gustos personales o lo que él considera que puede interesar al público. En definitiva, se trae lo que se quiere y se deja fuera lo que no. Es algo legítimo, sin duda, pero sienta las bases del error fatal del que hablaba antes: nuestra tendencia a adorar a estos entes equívocos como motores omnipotentes e inequívocos de nuestra afición. En su día, La Factoría de Ideas consideró que el Mundo de Tinieblas era adecuado para su mercado y aquí poco menos que se ha creado una religión alrededor de este concepto de juego. ¿Qué habría pasado si la decisión hubiese ido en otra dirección? Qué habría pasado si, en vez de esta línea, hubieran optado por otras? Quizá muchos nunca habrían conocido la Camarilla o el Sabbat, o puede que sí, pero en un marco minoritario y excepcional.

Como he dicho, es legítimo que la editorial tome las decisiones que sean necesarias para asegurar su subsistencia, pero no debemos caer en el error de agradecerle su existencia y su esfuerzo, de regalarle el oído diciendo que gracias a ella nuestra afición prospera o perdura, porque no es así. La editorial no es la que "hace tanto" por el rol, como tanto se dice por ahí, sino la propia sinergia creadora. En mi opinión, hacen más por el rol todos los aficionados que dedican su tiempo de manera altruista a adaptar reglamentos, inventar universos e idear juegos para luego venderlos o distribuirlos gratuitamente, que los mastodontes editoriales. Y me diréis: "sí, pero sin las editoriales, muchos de esos creadores no verían salida a sus productos", y es cierto, pero sólo si confundimos de manera más o menos interesada la labor promotora con el ánimo de lucro, y si nos olvidamos que Internet permite ya llegar a todo el mundo sin necesidad de pagar más que una conexión a un proveedor. La editorial discriminará aquello que no le sea rentable, pero en los tiempos que corren es prescindible si lo que se quiere es llegar a la gente o mentener la llama viva, no nos olvidemos.

Otro ejemplo de todo lo dicho, es el estado actual de las cosas. La Factoría, antaño indiscutible macho alfa del mundillo, ha desestimado el rol por completo para lanzarse a nuevas y más lucrativas aventuras. Ni ahora podemos decir que ha arruinado el rol, ni antaño podíamos decir que gracias a ellos el rol existía en este país, porque el rol existe independientemente del "mecenas" que nos lo dé a conocer. Edge va por el mismo camino, desde que entró en ese círculo vicioso de ganancias que llaman a mayores cotas de ganancia. El resultado es que el rol ya no forma parte de sus planes más inmediatos (sólo hay que ver su calendario de publicaciones roleras de 2007). Más de lo mismo: ni antes era la gran panacea rolera, ni ahora es el enemigo que nos jode la afición. Amigos míos... son empresas.

¿Qué nos queda hoy? Poca cosa, la verdad, aunque NSR está demostrando ser una de las más activas del cotarro. Buen ritmo de publicaciones, variedad dentro de lo que cabe y un creciente interés en la traducción de material extranjero. El caso es que todo esto me suena, y estoy convencido de que sus responsables han sabido aprovechar el hueco que han dejado los grandes para explotarlo dentro de sus posibilidades. NSR hace dinero, y cuanto más haga, más necesitará hacer... Y todos sabemos que el rol no es tan lucrativo. Por eso, cada vez que leo por ahí que "los que más hacen ahora por el rol en España son fulanitos o menganitos", se me pone la piel de gallina. NSR también es una empresa, y, legítimamente, explota los frutos que otros ya no quieren porque sencillamente es lo que saben hacer. Aprenderán y mejorarán, pero necesitarán seguir creciendo, porque esa es la vocación de toda empresa. Pero eso no quiere decir que lo hagan por el rol (aunque es indiscutible que en este mundillo la afición se entrecruza constantemente con la profesión).

Pero que a nadie le quepa duda, y a ver si de una vez nos convencemos y nos despojamos de ese manto de inferioridad que nos atenaza, que los que hacen por el rol son los que lo juegan todos los días a pesar de todo; los que lo sueñan y lo llevan a un folio; los que lo saborean y lo dibujan, los que invierten su tiempo en labor tan no lucrativa como agradecida.

En definitiva, no confundamos el mensajero con el remitente, porque seguiremos cayendo en el error original una y otra vez, hasta que nos sintamos perdidos porque no hay una figura paternalista que nos dicte lo que es y lo que no es desde el marfileño púlpito de la editorial.

PD. Algún día os contaré por qué hay otras editoriales en aparente letargo que sí se difernecian de esta dinámica, pero tiene que darse a su debido momento. Y cada vez falta menos... O eso dicen por ahí.
Cuando confundimos al mensajero con el remitente Reviewed by Omar El Kashef on 23:49 Rating: 5

4 comentarios:

Anónimo dijo...

:( La verdad es que me has dejado el cuerpo bastante frío con tantas verdades como puños. Solo nos queda el consuelo de que parece ser que alguien se va preocupando del rol, aunque se vayan turnando, creando y destruyendo las editoriales.

Un saludo y gracias por pasar!

Unknown dijo...

Yo no concuerdo para nada con la postura. Las editoriales si hacen por el rol, igual que por la literatura. Jugadores y lectores también juegan su muy importante papel.

No entiendo la razón de restarle peso a las editoriales (y decir que una editorial lo hace por el dinero no siempre es cierto). Creo que tu entrada está llena de generalizaciones que terminan siendo falsas.

Saludos

Omar El Kashef dijo...

Hola Cruzdecaminos, me alegro de que estemos de acuerdo y enhorabuena por tu blog :)

Hola René. Me parece muy bien que discrepes. La verdad es que no hay ninguna razón que entender más allá de que es lo que opino. Creo que las edityoriales hacen productos, no cultura. Los que hacen la cultura son otros y nos pueden gustan más o menos. Y, bueno, puede que te resulte una amalgama de generalidades, pero en todo caso tan generales como defender el argumento contrario sin más. No dudes en detallarme tu postura, que me parece de lo más interesante también.

Un saludo :)

Anónimo dijo...

Yo también discrepo, pero como me quedó un comentario largo, lo he puesto en mi blog.

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