La trampa "indispensable"

Repita, por favor, que no me entero...

En esto de los juegos de rol, como en todo, hay clichés. Un buen juego de rol ha de contar con una buena hoja de personaje, un reglamento y una ambientación, básicamente. Aunque en los últimos tiempos se ven casos más revolucionarios donde en vez de usar dados para dirimir el resultado de una acción, directamente se contemplan los "niveles" de la habilidad, o se usan tabas, fichas de póquer o monedas de céntimo, lo cierto es que el jugador medio de rol está moldeado por esos clichés. Esto sucede hasta el punto en el que se siente timado si no encuentra el ejemplo de partida de rigor o, ya puestos, la sempiterna explicación de qué es un condenado juego de rol.

No culpo al jugador de esta arquitectura mental que nos viene dada de la meca de los juegos, donde el modo de hacerlos mayoritario obedece a un planteamiento tan formuláico como el propio cine de Hollywood, que concibe la narración como un calculado ensamblaje de planteamiento, nudo y desenlace prefabricado según género y público objetivo. A quien culpo es al Espíritu Santo por no habernos dotado de un mecanismo de seguridad para impedir que nos volvamos entes tan volubles al ejemplo ajeno, inconscientes de que cada uno en sí es un ejemplo potencial que los demás pueden seguir. Bueno, y al jugador medio también, un poco, lo confieso.

En el caso de Cliffhanger (los Cliffs en adelante), los que hayáis comprado alguno de sus dos primeros títulos, os habréis dado cuenta de que la narrativa va bastante al grano, sin perderse en explicaciones obvias para el lector objetivo de juegos de rol. ¿Qué es un juego de rol? Puede que la pregunta nos la debamos plantear en la calle, en las escuelas, las asociaciones de padres e incluso en los partidos políticos, pero en un juego de apenas 112 páginas en las que repercutir el irrisorio precio de 3,5 euros, entenderéis que el valor de cada página se asemeja peligrosamente al del oro.

¿Que si hubo tentación de meter la explicación de rigor? No, en ningún momento. ¿Por qué? Porque, seamos maduros, aunque nada nos gustaría más que los Cliffs sirviesen para atraer a las masas de humanos ignorantes que nunca han catado el rol a esta fantástica afición, no deseamos ostentar tamaña responsabilidad. Preferimos dejársela a los que saben de verdad y son serios en esto del negocio rolero (y no doy nombres, que luego todo se sabe). Por otra parte, y ésta es una razón más prosaica, somos muy conscientes de que a una tienda tan especializada en mal llamada "subcultura", que es donde se venden estos libros, el que un neófito se lleve un juego y lo compre lo consideramos un afortunado accidente, pero no una tónica. No; me temo que nuestro público objetivo siempre fue el rolero que lleva tiempo en esto. ¿Por qué? Porque para que los Cliffs sean buenos chicos necesitamos vender, y para vender no podemos depender de afortunados accidentes. ¿Estamos? ;)

Vale que su competitivo precio sería ideal para seducir a las mentes incautas y atraparlas en el embrujo de la narración interactiva, pero ¿quién dice que no podamos hacer juegos igual de baratos para ese público en concreto? Es más, ¿quién dice que no vayamos a hacerlo? Los Cliffs han salido, y de momento funcionan la mar de bien, así que, ¿por qué no seguir soñando? Pues eso. Señores: Cliffhanger es para lo que es, y seríamos redomadamente estúpidos si en cada uno de los 12 volúmenes de un año tuviésemos que meter una explicación de qué es un condenado juego de rol, habida cuenta de que vosotros, los que compráis, lo que queréis son los otros clichés más útiles, a saber: un sistema y una ambientación someras que sirvan de reactivo para que las ideas echen a volar y la tarde se vuelva inolvidable. Pero, aparte, si podemos arañar unos caracteres al texto, ¿por qué no hacerlo a nuestro estilo, proponiendo un texto sugerente, una conjugación entre literatura y entretenimiento puro? No digo que lo consigamos, pero al menos lo intentamos. Y eso no sería posible perdiendo páginas como bobos llenándolas esas trampas "indispensables", de esas obviedades que la mayoría nos saltamos cuando vamos por el trigésimo o cuadragésimo juego de rol adquirido.

¿Estamos?