'La ley del silencio': “Te conocen lo suficiente para saber que no eres un chivato”
Cuando uno lee un gran libro, uno
de esos que hacen que los pelillos de la nuca se ericen, puede ver en su mente
los rostros de los personajes, sus ropas, sus gestos, con tanta viveza como si
los tuviera delante. Pero cuando uno tiene que ponerse en la piel de un personaje de esa historia, un poco de ayuda nunca está de más. Y ese empujoncito
nos lo da el cine.
De todos es sabido que Ludotecnia viene cargada de proyectos que nos llevarán de la ciencia ficción ('Piratas del
Vacío'), a la Historia ('Veragua'), la fantasía postapocalíptica ('Mundo Eterno'), o al género negro ('18ª Enmienda'*)
entre muchos otros. Qué mejor que acompañar estas joyitas, estos libros que
hacen que los pelillos de la nuca se ericen, con esas películas que nos atrapan
y durante un par de horas nos hacen pensar qué haríamos nosotros si
estuviéramos en la piel del protagonista. Ése es el objetivo de estos
artículos.
Y nos estrenamos con '18ª
Enmienda', exponente del mejor género Noir. Estamos en 1926. Estados Unidos
nadaba en la abundancia: aparece el teléfono, el automóvil y los
electrodomésticos, la venta a plazos y la cadena de montaje. Hoover llegó a
decir que el asilo para los pobres tenía los días contados. Pero todas las
monedas tienen una cara y una cruz. La cruz de esta historia es el crimen
organizado: tipos duros que se refieren a los negocios sin ponerse jamás en los
labios la palabra mafia, ataviados con sus inseparables sombreros y gabardinas,
Tommy en mano. Primero disparan. Luego, ni siquiera preguntan. La falta de
escrúpulos era tal que sólo podía combatirse, aparentemente, con las mismas
armas: policías sin miramiento alguno, dispuestos a utilizar los mismos
recursos. Esto, y alguna que otra sorpresa, son los ingredientes de este juego.
Contará con las ilustraciones de Sergio Camarena, que son un auténtico regalo
para la vista.
¿Y qué pinta aquí 'La Ley del
Silencio'? Si bien no se refiere a la misma época que '18ª Enmienda', esta obra
maestra del cine, dirigida por Elia Kazan en 1954, nos presenta las luces y las
sombras de un personaje típico del género: el chivato. Terry Malloy (Marlon
Brando en una de sus más asombrosas interpretaciones) es un estibador portuario
y exboxeador que goza de la simpatía de Johnny Friendly, jefe de los
sindicatos portuarios que maneja el negocio a su antojo, a la manera del crimen
organizado. Terry se ve envuelto, sin pretenderlo, en el asesinato de un
chivato, lo que le planteará dudas sobre la legitimidad de los actos de
Friendly. Las presiones de su hermano, compinche de Friendly, y de un sacerdote
amigo le atormentarán en su camino hacia la decisión que puede acabar incluso
con su vida: o con ellos, o contra ellos. No hay término medio.
Marlon Brando es sin duda uno de
los mayores exponentes de la improvisación en el cine, de cambiar el guión
sobre la marcha y sin previo aviso. Pero también uno de los mayores esclavos de
la interpretación de los personajes, llegando a retrasar los rodajes durante
semanas al no estar convencido de la conveniencia del comportamiento de un
personaje en una escena. Durante la película, Terry Malloy mantiene una tensa
conversación con su hermano en la parte trasera de un coche. En un momento
dado, su hermano le apunta con una pistola, obligándole a aceptar las
condiciones de Friendly. Brando retrasó el rodaje de la escena porque no le
convencía en absoluto que la mitad de la conversación se mantuviera con un arma
de por medio. El retraso acabó cuando al director se le ocurrió que el
personaje de Brando bajara lentamente el cañón del arma de su hermano, indicándole
así que no eran necesarias las amenazas.
Lo que me gusta de esta película
es que no trata de los negocios de una familia mafiosa ni de la lucha de
poderes entre varias familias, algo tan manido desde 'El Padrino', sino de la
relación de la gente de a pie con el crimen organizado, de la opresión a la que
están sometidos, hasta el punto de tener que pagar por trabajar. Pero también
que la figura del chivato no es la del delator egoísta, si no la
personificación de la honestidad. Aunque el soplón, por muy legítimas que sean
sus intenciones, siempre será diana del desprecio ajeno.
Os animo a que la veáis, y a que
muchos de vosotros perdáis el miedo al cine clásico. Brando bien lo merece.
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*Título aún provisional.
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*Título aún provisional.
'La ley del silencio': “Te conocen lo suficiente para saber que no eres un chivato”
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