Los Tudor, 1ª Temporada

Reconozco que al principio, cuando anunciaban la serie en Canal +, no me atrajo mucho esta serie. Quizá se debía al exceso de interiores que se intuía en los trailers, o a que la campaña ponía el acento en un rey que por la mañana hacía la guerra y por la noche se tiraba a media corte (más que nada porque Enrique VIII era hetero, y la otra mitad eran hombres).

Y no mentían. Pero tras esa simplicidad en el planteamiento hay algo que engancha al incauto que cae en la red. Eso me pasó un día, que, empezada ya la temporada, dejé puesta la tele en un capítulo que estaban echando, y caí. Lo cierto es que la simplicidad, que la hay, obedece también a la vida misma de sus protagonistas, que se pasaban la vida copulando y conspirando para ampliar sus cotas de poder.

"Los Tudor" relata los avatares del célebre Enrique VIII, uno de los más peculiares, caprichosos y peligrosos reyes de la Historia de Inglaterra. Pero, en cierto modo, también es el prototipo del monstruo, a veces amable y capaz de amar, que todo rey de la época (y no tan antiguo) lleva dentro. Vemos cómo una persona dispone de un país como su propiedad o, más bien como su empresa, que un día heredará su hijo (es muy importante tender descendencia masculina para que a uno lo consideren importante y viable como macho Alfa).

Con una técnica de folletín y telenovela, los guionistas han sabido elevar el argumento más banal a motivo de gran audiencia y adicción (esta palabra es quizá demasiado grande, no me hagáis caso). Básicamente asistimos al relato de un rey que se cansa de su esposa (aragonesa para más señas) y quiere legalizar a toda costa su situación con Ana Bolena, la amante y reina de facto, cuando Catalina de Aragón cae en desgracia, flirteando en el proceso con ideas heréticas que propugnan que el rey ha de ser el Papa en su reino (lógico, cuando el Vaticano no te da el divorcio). El rey removerá Roma con Santiago (literalmente lo de Roma), orientando la política internacional de su país para satisfacer sus intereses más íntimos, mientras el movimiento reformista de Lutero amenaza a los sectores más conservadores de la fe cristiana. Todo ello influirá y se entrelazará en un argumento que hará que te lo pienses dos veces antes de cambiar de canal. Quizá no sea mérito de los guionistas y sí de la misma Historia, pero es fascinante comprobar cómo se hacían las cosas en la época, cómo la fe y la religión son algo moldeable y adaptable al interés de cada situación.

Poder, ambición, conspiraciones cortesanas, embajadores que van y vienen, traiciones y muchos más elementos se dan cita en esta serie, rodada, por otra parte, con un exceso de humildad desde el punto de vista técnico y de puesta en escena. No sé, pero hay algo en el ambiente que te dice que lo que llevan son disfraces, atrezzo de vestuario y no ropa de verdad. La iluminación es demasiado neutra, como si se tratase de un documental del Canal de Historia. Las caracterizaciones de los personajes son nulas (vamos, que si les quitas las calzas y les pones un traje moderno no se notaría), pero ello no le quita el mérito de tenernos delante de la pantalla cada semana a la espera de la próxima sorpresa o el próximo despropósito de los nobles y poderosos de Inglaterra.

Esta serie me ha dado esperanzas acerca de la adaptación a la televisión de la saga "Canción de Hielo y Fuego", dado que el concepto es muy similar y queda claro que puede llevarse a cabo, aunque esperemos que con un poco más dfe medios.