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'Drive', o cómo permitirse saborear una historia


Me atrevería a definir el cine de estos tiempos como un visionado a cámara rápida de una realidad aumentada. En su mayoría ha caído en las fórmulas, que obran en la estructura narrativa como plantillas prediseñadas que hacen que las películas sean repetitivas, previsibles y endiabladamente rápidas, ya que hay que aprovechar todo el tiempo posible para meter lo máximo posible. De hecho, el formulismo en el cine que me gusta, que es el de acción y entretenimiento en general, ha dado lugar a una especie de regresión disfrazada de avance. Me refiero a los efectos especiales. Antes, lo suyo era intentar que los efectos se notasen lo menos posible, que todo pareciese orgánico, natural, casual. Ahora, parece que tu película no vale si no se nota que se ha rodado con un croma detrás que dé lugar a escenarios que a veces delatan su prefabricación con demasiado descaro. Hasta hace poco no me había dado cuenta de que necesitaba una pausa en esta vorágine de vacuidad efectista. Necesitaba dejar que me contasen una historia sin mayor pretensión que la historia en sí. Por eso me ha gustado tanto 'Drive'.

Podría definir esta película con pocas palabras: contención, sobriedad, parquedad, paciencia... Y, sin embargo, es infinitamente más honda y completa que muchas otras producciones llenas de discursos de arenga presuntamente épicos y palabrerías tan pretendidamente efectistas como los propios efectos especiales. Y la clave está en los silencios, en las miradas sostenidas, en las pausas prolongadas que dejan al espectador asimilar, rumiar y llegar a sus propias presunciones.


'Drive' cuenta la historia de un especialista de conducción dedicado a rodar escenas peligrosas en Hollywood que lleva poco tiempo en Los Ángeles y se busca la vida como mejor sabe. Es un perdedor más, pero que no se conforma con su papel en el ajedrez cósmico, y prefiere aceptar su condición desde la adrenalina y el dinero apartado de los cauces legales. ¿Cómo? Transportando a otros criminales en sus golpes, ofreciendo su pericia al volante y su meticuloso metodismo a la hora de aceptar y ejecutar sus trabajos. En su vida, demasiado cercana al submundo del crimen organizado, se cruzará una chica y su hijo que complicarán sobremanera la aparente sencillez de su rutina.

Es un argumento simple, pero las mejores ideas nacen de la sencillez. En realidad no es tanto le qué, sino el cómo; cómo se narra la historia, cómo se pone al servicio de ésta cada átomo, cada recurso cinematográfico, desde los ángulos de cámara, la iluminación, la fotografía, la banda sonora, el tratamiento del sonido, las cámaras lentas, todo. Cada elemento al servicio, como digo, de los personajes, de una historia que destila años ochenta en no pocos aspectos. Toda la parafernalia destinada a permitirnos casi escuchar el flujo sanguíneo de los personajes, le latido de sus corazones e ideas, sus intenciones sin caer en lo burdo de lo puramente explícito, ya que nos asomamos a un momento puntual de sus vidas, con retazos de información de su pasado, la justa y necesaria para ubicarlos, sin más pistas de su futuro más allá de los títulos de crédito. La gran virtud de 'Drive' es el tiempo que se toma para sentar las bases de la historia, sin prisas, sin las exigencias de las fórmulas del cine de nuestro tiempo. No es lenta, es exhaustiva.

Y es esa exhaustividad la que nos mantendrá pegados a la butaca, sin excesos en la absorción, pero con las dosis justas de golosina para que disfrutemos con un desenlace atípico en el cine de masas. Me ha gustado especialmente por su retrato del mundo de los negocios sucios, lejos de los tópicos, del glamur del gran crimen organizado. Como ya digo, una historia de perdedores que quieren ser los reyes de su particular colina, de parias que se permiten abrir una espartana ventana al sentimiento desde la aberración de sus vidas, en un lienzo cotidiano y normal que invade a los actores desde el aspecto hasta la propia interpretación de los personajes.

En definitiva, 'Drive' es muy recomendable para el deleite de una historia sin artificios, un homenaje al viejo cine de Steve McQueen, de los coches que suenan a coche de verdad, de los personajes que pueden matar sin pistola e imponer sólo con la personalidad (soberbio Ryan Gosling en su interpretación), de los silencios que hablan tanto como los diálogos, de la naturalidad y tantas otras cosas que me dejo para no estropearos el buen rato.


'Drive', o cómo permitirse saborear una historia Reviewed by Omar El Kashef on 9:30 Rating: 5

3 comentarios:

PACOP dijo...

Se nota cuales son tus gustos: mafias con estilo, coches... vamos, un GTA de pies a cabeza XDDD

Habrá que verla...

Omar El Kashef dijo...

Espero que de la entrada no sólo haya trascendido que es una peli de mafias y coches XD XD

Como mucho, un GTA, pero la mar de intimista y sin los toques de humor irreverente que tanto caracterizan a la saga de videojuegos. Date prisa, porque las carteleras ya la están arrinconando.

Unknown dijo...

Esta película me encanto cuando la vi, de hecho casi me la veo una segunda vez del tirón y no me pasa nunca. Me parece uno de los thrilers mejor realizados de los últimos años. Espero no sea ignorada en los Oscars como lo ha sido en los Globos de Oro.

PACOP no te quedes con eso de la película, que es lo de menos. Más que el de que va, lo interesante y me atrevería a decir brillante, es el cómo. Una vuelta al cine de antes.

Buena review ;)

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