Evolución asimétrica

Basta con dar una patada a una web para encontrarte el enésimo proyecto, el enésimo crowdfunding que está llamado a ser el definitivo, el que va a cambiar el rol tal y como lo conocemos para siempre y más allá. Es más, basta con acercar el hocico a las estanterías de las principales tiendas de rol, sí, las que apuestan por el rol, no las que creen que se extinguió con Joc, y comprobar el reflejo material de lo dicho anteriormente: proyectos personales que han conocido imprenta y llegan a nuestras manos gracias a generosas distribuidoras que apuestan por los nuevos talentos (bueno, un puñado de ejemplares cuenta como apuesta, ¿no?).

Todo ha cambiado, todo es más, todo es de color oro. Pero todo sigue igual.

Y lo digo por la impresión que me dio ayer al visitar una de esas tiendas. Aparte de las licencias de toda la vida que resucitan cíclicamente como las crisis económicas, mejor adaptadas a los tiempos, sobre todo en el precio, me encuentro con mil versiones de una misma cosa, o dos, o tres, pero no más. Me doy cuenta de que los desarrolladores apuestan por innovar únicamente en el sistema que will blow out our minds. Que si muchos dados, que si menos, que si ninguno, que si fichas de póquer, que si aspectos, que si hitos, pero al final los parámetros son los mismos: dungeons, marines espaciales, terrores primigenios, caballeros andantes... Los temas tratados mayoritariamente no cambian al ritmo de las inquietudes sistémicas. Son los mismos, si acaso barnizados con un matiz menor, pero que al fin y al cabo te acaban abocando al mismo tipo de juego, ya sea desde la propuesta de un voluntarioso aficionado que se imprime unas docenas de copias en Lulu para distribuirlas, hasta la macrolicencia de las clases de personaje y el d20 que refríen, eso sí, con aceite virgen extra, lo que tanto nos gusta y para qué salir de ello.

Me pregunto si este anquilosamiento temático obedece realmente al sentir de la afición. Quisiera saber si de verdad nos hemos estancado en las cuatro temáticas de siempre y solo nos interesa experimentar con la matemática. Porque a mí personalmente me gusta que me sorprendan con conceptos revolucionarios más allá del sistema, y por eso agradezco los esfuerzos residuales que se dan al respecto. Pero es que son residuales. Los pesos pesados siguen siendo los mismos.

Enumeremos: Ars Magica, Pendragón, Vampiro, Hombre Lobo, Fading Suns, Aquelarre, Mutantes (¿?), Ragnarok por un lado, y la fórmula de espada y brujería por otro. ¿Refleja esto al consumidor medio de rol actual? ¿Significa que el rol no cambia sustancialmente porque el rolero de hoy es el mismo de hace 30 años, pero con menos pelo, canas y sobrepeso?). Ojo que esto no se contradice con las excepciones puntuales que se dan también: esfuerzos por traer juegos irreverentes con respecto a las fórmulas clásicas, o simplemente exploradores de nuevas posibilidades narrativas; los que proponen ambientaciones distintas, no tanto un enfoque experimental del sistemas para las ambientaciones de siempre. Claro que no existen los absolutos, pero aun así...

Echo de menos una evolución más simétrica, la sorpresa esperando en la estantería, esa sensación de decirte: "¡Han hecho que puedas rolear... Jamás se me habría ocurrido!". Es una de las razones que me inducen una creciente pereza cuando voy a la tienda dispuesto a comprar algo. Los años me pesan en forma de déjà vu, y mis estanterías ya aguantan peso suficiente como para insistir en la redundancia. Ya no se me ocurren más maneras de matar al dragón y saquear el tesoro (no me sean literales, por favor).

Será el calorazo, que me tiene cocido. Ni caso.