Los crímenes de Oxford (opinión)

Menuda racha que llevo con algunas películas. En descargo mío, diré que no fui del todo voluntario a ver esta obra del cine patrio. No siempre se va a hacer lo que uno quiera. Sin andarme con rodeos, diría que "Los crímenes de Oxford" es criminal desde el punto de vista cinematográfico... bueno, desde todo punto de vista. Si bien, al cabo de los títulos de crédito iniciales que vienen a ser una retaíla de patrocinadores y soportes de la cultura en este país (aquí para hacer cine hace falta una lista de patrocinadores mayor que la de equipo técnico), la película no empieza mal. De hecho, promete una sesión al mñas puro estilo de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle. Pero ahí se queda la cosa.

Al cabo de los primeros diez minutos ya empezamos a entrever los serios problemas que hay en cuanto a desarrollo del argumento y, sobre todo, credibilidad de los personajes, que vienen a ser estereotipos llevados al extremo que los hace parecer de todo menos reales. Su comportamiento, sus reacciones, sus motivaciones... todo cojea desde el primer momento, la primera interacción, y si eso falla, la película ya está herida de muerte.

Luego está el afán por meter diatrivas y reflexiones pseudofilosóficas aderezadas con casos prácticos de los logros y teoremas científicos de todos los tiempos, teorías que el común de los espectadores desconoce y, probablemente, poco le interesan. No estaría mal si viniesen a cuento o ayudasen realmente a arrojar luz a la trama, pero la sensación que queda es que "hay que poner estas cosas aquí porque mola", y punto. Creo, sinceramente, que nadie, por muy friki que sea, habla como los personajes de esta película y se pierde en circunloquios más propios del cine de otra época y con un afán mucho menos "realista", aunque no sé si esta palabra me gusta. Y aquí está otro de los elementos que restan credibilidad a los personajes.

Por último, está el desarrollo de los acontecimientos y de la trama, del todo inverosimil por puro retorcido, pero que pretende llevarnos a un final de esos de repasar cada momento de la peli para desvelarnos el gran enigma. El problema es que, aparte de rayar con lo previsible en ocasiones, las situaciones que se buscan son tan imposibles e indigestas que solo queda una conclusión posible: esto pasa porque queremos llegar a tal o cual punto argumental... a cualquier precio. Y, claro, todo el mundo puede escribir un libro o un guión forzando la situación para llegar adonde quiere, pero eso no tiene ningún mérito, más que el de arrastrar a un espectador aturdido a lugares no tanto comunes como ridículos.

Los actores bien, salvo Leonor, que puede dar mucho de sí y debería ser más exigente con los papeles que le ofrecen (en este caso se luce follando sin parar con el pobre Elijah, que más que su amante parece su hijo en la película de lo raquítico que está).

Vale, lo intentamos. El cine español trata de trascenderse a sí mismo, derribar fronteras y llegar a ese público que se decanta por un cine más ameno y comercial que el que se estila en Europa. Pero algo falla. Falla porque seguimos con el querer y no poder; no damos con esa fórmula que nos permita coger lo mejor de fuera y de dentro para crear algo sugerente o novedoso. No. Aquí cogemos lo peor de fuera sin abandonar los vicios de nuestra industria cinematográfica.

El resultado: un crimen de película.