'Predators', otra oportunidad perdida

Por Avatar

Desde que McTiernan nos sorprendiera a finales de los ochenta con 'Predator', la franquicia entró en una dinámica de infortunios de los que pocas pueden presumir. Stephen Hopkins trató de seguir la estela de su éxito, trasladando la acción a la ciudad, con un resultado más que discreto y, al parecer, los productores se olvidaron de estos memorables bichos, no sin dejarnos, en una de las escenas finales de 'Predator 2', una pista de lo que vendría más adelante. ¿Qué mejor forma de resucitar a un filón mal llevado que uniéndolo con otro que hiciera Historia? Las expectativas de la aparición simultánea de los depredadores con el celebérrimo Alien de Ridley Scott también nos puso los pelos de punta, también se intentó en un par de ocasiones, a cada cual más desastrosa, y nos volvimos a quedar con cara de idiota mientras descendíamos los escalones de la sala de cine para tirar nuestro cubo de palomitas a medio devorar. Y, no hace mucho, llegó Robert Rodriguez, otra sobrevalorada promesa del cine, con un proyecto de dignificación definitiva del "clásico".

Debí ser un poco menos ingenuo cuando Rodriguez enarboló el regreso a los orígenes como una de sus virtudes capitales. No; volverse hacia atrás sólo sirve cuando lo haces para tomar impulso. Porque si lo haces para emular lo que funcionó hace décadas, mal vamos. Regresamos a la jungla, a los tipos duros y a las armas de gran calibre, salvo que la jungla no es de este mundo, los tipos duros no están más vivos que sus respectivos guiones y las armas parecen argumentar mejor que las bocas... Con un reparto de lo más variopinto, encabezado por un Adrien Brody muy, muy bajo de revoluciones, Rodriguez nos produce una cinta que más parece un videoclip sin música (en todo caso, con banda sonora), una ensamblaje de escenas con un denominador común: moverse, correr, huir, saltar, pero poca idea que ayude al espectador a asentarse en la historia, tomar aliento o disfrutar de los acontecimientos que presencia.

La interpretación de los actores no pasa de lo arquetípico. A diferencia de la primera 'Predator', no hay un contexto al que los actores (ni espectadores) puedan aferrarse para construir una historia de personajes. Claro, empezamos directamente en un mundo que no es el nuestro, sin referencias aparte de algunas indicaciones de guión sobre el pasado de cada cual. Lo cierto es que el inicio de la peli me recordó el inicio de una mala partida de rol: personajes que no tienen nada que ver metidos con calzador en una situación que los unirá inexorablemente.

El pastiche de escenas parece obedecer más a caprichos puntuales del guionista o productor que a una necesidad narrativa propiamente dicha. Lo mismo que el modo en el que se sacan de la chistera una nueva raza de depredadores que, al parecer, se dedican a cazar a los que hemos visto en las sucesivas películas toda la vida. Pretendidos giros de tuerca de la franquicia que lo que consiguen es disipar en demasía y perder al espectador, que ya no sabe cuántas referencias tener en cuenta.

No puedo decir más que la película me ha decepcionado aunque en el proceso me ha enseñado un par de lecciones. Uno: no es bueno mitificar a nadie, ya sea actor, realizador o franquicia, y dos: recurrir a una vuelta a los clásicos es un arma de doble filo que requiere de un pulso muy medido para no derivar en un fracaso.

Recomendable para una tarde de televisión o un visionado en línea. Seguiré esperando que alguien me traiga un depredador que me entusiasme como el primero.