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El gigantismo que nos lleva al hoyo


Los datos cantan: más de millón y medio de espectadores en tres días, más de 600.000 entradas vendidas en un día y un incremento de personas que fueron al cine del 550%, que se dice pronto. Esto ha sucedido porque al igual que la riqueza, los derechos, las coberturas y los sueldos españoles, el precio del cine ha retrocedido varias décadas, eso sí, durante solo tres días. La conclusión más evidente que podemos sacar de esto es que aún queda dinero debajo de los colchones de las familias de esa cosa en vías de extinción que se llama clase media, no solo en los paraísos fiscales o en las cuentas de los bancos destinadas a la famosa provisión de fondos.

No solo eso. Hay ganas de salir y aparcar por un momento la brutal paliza a la que nos están sometiendo las instituciones europeas e internacionales que nacieron justamente para que las vergüenzas de una guerra mundial no se repitieran nunca. Dicho de otra manera: las personas están dispuestas a cambiar su comportamiento económico si las condiciones del entorno se vuelven tolerables y dignas. No es normal que una entrada al cine cueste 10 euros ni que, por ende, una familia de cuatro miembros deba gastarse unos 60, contando con palomitas y refrescos. Oigan, estamos hablando de 10.000 pesetas de las de antes, un dineral bien camuflado con la violación múltiple que nos ha supuesta la entrada de tapadillo del marco alemán con forma de moneda europea única.

Ahora el sector quiere reflexionar sobre la perogrullada microeconómica que supone que si un bien car baja de precio, aumenta su consumo. ¿Qué más queremos concluir? Si nos ponemos, deberíamos pensar que el Gobierno de este maltrecho país no hizo más que dar la puntilla del IVA a una burbuja insostenible con forma de tarta, cuyas porciones más jugosas se llevaban productoras, distribuidoras y a saber qué engendro más del "intermediarismo" en los procesos económicos. Porque ése es el gran enemigo de nuestro tiempo: el abandono total del justiprecio por la maximización de beneficios y la consecuente cosificación del cliente, reducido a consumidor.

Sí, mira, ya puestos, el sector debería ponerse a pensar si es normal que todo baje menos los precios de sus servicios. Quizá las distribuidoras (ay, siempre las distribuidoras) deberían pensar en reducir su tajada, porque de tanto sacarle leche a la vaca a hostias, se la están cargando. Me da la sensación de que estamos ante un rasgo cultural del emprendimiento español, o sea, sacar los cuartos a lo que sea mientras dure, agotarlo y luego ya veremos. Igual que si un empresario de las carreras de caballos se dedicase a matar a sus campeones para ganar carreras en corto, olvidando que a lo mejor se queda sin cuadra y a cuadros.

Dicen los que sabe de esto que el fenómeno de la Fiesta del Cine obedece a su carácter puntual en el tiempo, a la excepcionalidad, y que si la cosa se adopta como algo normal, dejaremos de ir al cine todas las semanas. ¡JA! ¡Dejar de ir al cine a 3 pavos, cuando a 10 nos buscamos las vueltas para intentar ver alguna película al mes! Ay, estos distribuidores, que no son capaces de ver más allá de su cuenta de resultados, de su excel automatizado que les dice que para seguir ganando lo de siempre hay que aplicar tal o cual incremento. Y mientras, la vaca se muere y el caballo revienta. ¿Por qué no probamos durante seis meses, a ver qué pasa?

¿Os dais cuenta, intermediarios de todo pelo, que no estáis proponiendo ningún sacrificio comparable al que hacemos los espectadores cuando compramos una entrada sobrepreciada? Me jode mucho, palabra, que nadie esté dispuesto a pasarlas un poco canutas, reducir sus beneficios, con tal de levantar un poco el chiringuito. No; o ganamos lo que queremos, o cerramos. Y a este paso...

¡Si hasta gente que afirma piratear con regularidad los estrenos ha dicho que estos días ha ido al cine! Dioses del Olimpo, ¿qué más hay que hacer para que los que tienen las manivelas a mano vean la solución que se les presenta ante las narices? El común de los mortales emprende, se reinventa o se recicla para sobrevivir, pero el cine, sin embargo, llora los espectadores que pierde y estigmatiza las nuevas tecnologías mientras se enroca en la fórmula cinematográfica que viene durante desde que prácticamente se inventó el séptimo arte: entrada, sala y palomitas...

Y, si queréis, podemos hablar de lo que pasaría si bajasen los precios de los libros, los discos, los conciertos y cualquier cosa que implique entretenimiento, cultura y un sector editorial y/o de distribución a cuestas. Quizá entonces nos demos cuenta de que la crisis y este Gobierno seguidista y despiadado no han hecho más que poner de manifiesto un fallo sistémico y un exceso en todos los escalones de la ecuación.

Y en esta coyuntura, sigamos apostando por los bestsellers de 40 o 50 euros mientras lloramos porque esto no despega y renegamos de la necesaria profesionalización desde el púlpito del gigantismo con pies de barro. Choquemos otra vez con la misma piedra, a ver si nos enteramos de que quizá la fórmula de siempre es lo que no funciona y debemos cambiar de marcha. Sí, estaba hablando de rol. Ya sabéis, la cabra siempre tira al monte...
El gigantismo que nos lleva al hoyo Reviewed by Omar El Kashef on 18:25 Rating: 5

4 comentarios:

Jon Nieve dijo...

Lo mejor de todo es escuchar a un empresario del cine (propietario de salas o portavoz, no recuerdo) decir que al precio de 2,90 el sector no podría sostenerse. Y digo yo, ¿acaso con las salas vacías entre semana se puede sostener?.

Seguramente si el precio fuera siempre 2,90 habría cierto bajón en la asistencia si comparamos con estos tres días especiales, pero seguro que mucho menos que con los precios actuales.

Y sobre el rol, mejor no hablo porque el otro día leí alguna que otra sandez

F&H

Omar El Kashef dijo...

Joder, comparte, comparte, que las sandeces merecen existir también!!

Jon Nieve dijo...

Na, no merece la pena, de verdad.

Pero te doy una pista: confundir profesionalidad con aficionados (con ejemplos incluidos) y sobre todo dar por hecho que un trabajo realizado por un mal profesional mancha al resto de profesionales de un sector determinado.

Es como decir que como has tenido un médico malo, prefieres que la próxima vez te atienda un veterinario a un nuevo médico XD.

¿Doctor, doctor, me estoy convirtiendo en un troll? :P

F&H

Unknown dijo...

Que razón tienes. En mi ciudad con la incursión de un segundo cine se han puesto las pilas con los precios...casi todos los días son 3 salvo las películas de la Warner...y el resto de días, 5 euros.

Eso en el cine viejo para intentar competir con el nuevo, con mejores instalaciones, pero que tampoco sube el precio de los 5 euros.

¿Resultado?, que la gente que antes iba a ver solo el peliculón del año, ahora va a ver cualquier cosa prácticamente y como dice Jon, mejor sera cobrar menos y que venga mucha gente, a que no vaya ni dios y a los pocos que vayan, sablarlos.

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