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'Syrian Warfare', o el baremo de la hipocresía


Desde su salida al mercado el pasado 24 de febrero, 'Syrian Warfare' no ha dejado indiferente a nadie. Este videojuego de la desarrolladora rusa Cats Who Play ha obtenido unas críticas muy buenas por parte de la comunidad de jugadores, pero también ha desencadenado la polémica.

El título nos presenta un recorrido por el conflicto sirio que aún se cobra vidas a través de los ojos de un oficial de policía que lo vive desde su comienzo. Como os podéis imaginar, el título se posiciona del lado del Régimen de Al-Assad, mostrando a su ejército y su policía como los héroes del conflicto. Si la cosa se hubiese quedado ahí, quizá no habría pasado de lo anecdótico. La polémica fue a más, atrayendo a terceras partes a una disputa sobre derechos intelectuales primero y quejas presuntamente falsas de la comunidad youtuber después (enlace).

El resultado es que, sin previo aviso, Steam, la plataforma que lo comercializaba hasta el momento, retiró el título de su catálogo el 1 de marzo pese a la buena recepción general del producto.

Antes de dar mi opinión al respecto, puedo entender que haya un punto de mal gusto en llevar a la plataforma lúdica un videojuego de un conflicto que aún hace arder Oriente Medio, cobrándose vidas de inocentes cada día. Las atrocidades que se viven en Siria son difícilmente compatibles con la comodidad de "jugar" a ello desde la cómoda butaca de Occidente. Aunque sea hipócrita, hace falta que pase tiempo para que las guerras cicatricen en el tejido de la Historia y no se nos haga violento hacer uso de su memoria con fines aparentemente superficiales. Recordad, por ejemplo, la delicadeza, e incluso la autocensura, con las que se trató el atentado de las Torres Gemelas en sus postrimerías. Solo años después, décadas, nos hemos vuelto a atrever a hacer películas, juegos o documentales al respecto, algunos incluso poniendo en solfa la teoría oficial.

'Syrian Warfare' no ha respetado esos tiempos y lo está pagando.

Pero es que 'Syrian Warfare' es también hijo de un tiempo muy nuevo que solo empezamos a explorar sin que los precedentes valgan. La proliferación de los estudios independientes, el aumento del talento del sector, el despertar de una industria audiovisual del entretenimiento sin su centro en Nueva York lo Los Ángeles y la inmediatez de estos tiempos gracias a las redes sociales y los medios de comunicación multimiedia propician que todo se suceda a una velocidad asombrosa, reduciendo experiencias pasadas a pesados mamuts en comparación con los bólidos que transportan la información en nuestros días. Cuando el cadáver sigue caliente, el debate ya lleva tiempo en los medios, en las plataformas, y todo ocurre casi simultáneamente.

No es bueno ni es malo (la Historia lo dirá), pero es un inequívoco síntoma del momento que vivimos.

Pero, yendo más allá de lo dicho hasta ahora, 'Syrian Warfare' es síntoma de un cambio mucho más sutil a la par que profundo que se ha asentado en el mundo para quedarse: la multipolaridad. Tras la caída del Imperio Soviético, ha habido un periodo de transición en el cual la potencia rival remanente, Estados Unidos, jugó la baza de único gallo del corral para imponer su particular idea del orden, desordenando el concierto internacional en realidad. Lo que ocurría realmente en este ínterin es que los equilibrios de poder se transformaban poco a poco en un patrón multipolar, en el que Estados Unidos decae y las potencias aspirantes crecen. Crecen en influencia, en poder militar, en tendencia cultural o en la concepción misma de realidades alternativas a la Occidental imperante hasta el momento.

Esto incluye, cómo no, sectores como el cine, la televisión, Internet... El ocio en general. Ya no hay una visión de este; hay muchas, y tan dispares como los profundos matices culturales que las respaldan, donde lo que en un sitio puede ser aceptable en otro es una profunda ofensa. A los occidentales puede gustarnos más o menos, pero hemos de aceptar que los días en los que nuestra perspectiva del bien y del mal imperaba desde "el mundo libre" han pasado de largo.

Prueba de esto son las cada vez más llamativas producciones cinematográficas rusas, que aspiran a imitar a Hollywood, pero desde una idiosincrasia propia que acabará por desgajarse del todo hasta encontrar su propia identidad. El tiempo dirá. Películas, versiones del heroísmo, la patria, el bien, el mal, el conflicto, el deber..., conceptos que pueden chocar al espectador europeo o americano porque sencillamente, hasta ahora, el dictado de la narrativa del ocio venía desde los estudios de Sunset Boulevard.

Y, volviendo al videojuego que nos ocupa, estamos ante una manifestación más de ese cambio de paradigma. Puede que no sea acertado que no haya pasado el tiempo que anestesie las sensibilidades para hablar de un trauma, pero a fin de cuentas, ¿quién marca el plazo justo? ¿Qué baremo moral es el bueno? No en vano, Rusia es uno de los mayores aliados del Régimen sirio, y cualquiera que haya vivido o viajado a ese país sabe que la sensibilidad de sus gentes dista bastante de la nuestra, especialmente la mediterránea. No compartimos el mismo sesgo moral: la rusa es una sociedad más árida, más fría, más desapasionada quizá. Y nos toca vivir con eso, porque el monopolio del dictado de lo que es políticamente correcto se ha acabado.

Y no nos engañemos: siempre hemos jugado a videojuegos ambientados en conflictos dolorosos, porque toda guerra es un drama de proporciones históricas. El problema es que nos hemos acostumbrado a delimitar con suma claridad quién es el bueno (nosotros) y quién el malo (todos los demás). Hoy, en este contexto multipolar y equívoco, los buenos son, más que nunca, los que determinan las diversas perspectivas concurrentes. Hemos luchado y matado con el mando de la consola en los frentes de la Segunda Guerra Mundial, en Vietnam, contra los cárteles de las drogas, contra los guerrilleros africanos, incluso contra los rusos sin que se  nos cayeran los anillos. Hemos ensalzado a los americanos como los héroes inequívocos a pesar de las barbaridades que han cometido (no olvidéis el asesinato del Couso en Iraq) en la Alemania de la posguerra, en el Japón arrasado, en Corea, en Vietnam, en Oriente Medio... Seguid vosotros.

No. No tenemos derecho a escandalizarnos porque alguien ensalce a los soldados sirios al grado de salvadores de la patria, porque para algunos lo son. Y me da a mí que eso tiene más que ver con la retirada de 'Syrian Warfare' que las presuntas quejas sobre derechos y demás. Nos guste o no, tenemos que aprender a convivir con las perspectivas ajenas sin escandalizarnos, y escandalizarnos un poco de todo lo que dábamos por sentado hasta ahora.

Porque, señoras y señores, la hegemonía de Occidente está en pleno declive.
'Syrian Warfare', o el baremo de la hipocresía Reviewed by Omar El Kashef on 10:57 Rating: 5

2 comentarios:

Endakil dijo...

En el foro alemán de wargames Lead Adventure hubo hace unos meses una polémica bastante gorda. Algunos aficionados vieron el conflicto de Ucrania como un escenario interesante para jugar wargames de escaramuzas contemporáneos. La idea prosperó y el hilo creció recogiendo referencias gráficas y emblemas (para pintar en tus tanques en miniatura).
La cosa tomó un cariz problemático cuando otro forero (no recuerdo si ucraniano "europeísta" o polaco) puso una queja y el tema se borró.
Ahora tienen una norma que impide la publicación de material de cualquier tipo ambientado en cualquier escenario y lugar tras la guerra fría.

Imagino que en todo este asunto hay bastante de doble moral, pero es algo que queda en la libertad de cada cual.
Precisamente de esto escribí un post hace un tiempo http://frikidiario.blogspot.com.es/2015/04/por-que-no-juego-wargames-modernos.html

Omar El Kashef dijo...

Cada vez nos pasamos más con lo políticamente correcto. No digo que sea bueno o malo hacer o no hacer, pero no creo que se le puedan poner puertas al campo.

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