Dos minutos para la vergüenza...

...O al menos para el bochorno. Hoy ha sonado en todo Israel la sirena que rememora a los seis millones de judíos que perecieron en los campos de concentración nazis; olvidémonos de los gitanos, los gays, los republicanos españoles, los comunistas y los que "porque sí", porque en este caso no se trata de que se haya muerto de forma horrible y atroz, sino que el número importa.

Con todo, a mí me parece un soberano ejercicio de cinismo histórico, que el Estado fundado en ese dolor marque el estribillo de su existencia en el rencor y la intransigencia. Estoy convencido de que, de nos ser porque resultaría demasiado bochornoso y poco respetuoso con su memoria, estarían encantados con pasar por la "solución final" a todos los palestinos allende el muro de la vergüenza. Estos israelías (no judíos, que conste) son especialistas en reírse del mundo, siempre ataviados con ese manto de lástima que se empeñan en inspirar al resto de las naciones mientras ejecutan sus "asesinatos selectivos". Dadas las cosas, creo que es un insulto a sus propios muertos para el país con una sirena dedicada a ellos, cuando se han convertido en un tentáculo de eso que tanto daño les hizo: intolerancia, genocidio, menosprecio y cinismo.

Ojalá callaran sus sirenas, si con ello consiguieran aprender a existir sin la necesidad de poner la bota en el cuello de nadie con la peregrina excusa de que son el pueblo elegido y que esa es la tierra que su Jehová les prometió. Estoy seguro de que aquellos que sufrieron la suma humillación de los campos y no sobrevivieron para caer en los brazos del rencor y el revanchismo abogarían por ese silencio... en paz.