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Eran pocos y parió la Leti

¡Alborozo! ¡Alegría! ¡Festejo! Ya ha llegado el nuevo miembro de esa colonia de parásitos que comen y beben de la "cosa pública" aun quedando claro por ley que son irresponsables desde todo punto de vista respecto a lo que hagan o dejen de hacer. Vamos, que les pagamos por ser unos inútiles o, al menos, por disimular sus virtudes. Pues eso, que ya está aquí Sofía, lo último en monarquía española.

Y a todo esto, preguntémonos que es una monarquía. Tomado desapasionadamente, una monarquía es una forma de gobierno basada en la herencia, surgida en una época posterior al derrumbe del imperio romano, al menos tal como las conocemos en Europa. Digamos que un día, el gobernador romano desaparece o se va por patas porque le están quemando la cosecha en Ostia (hostia, tú). Los súbditos del imperio se encuentran de repente solos, sin autoridad legal. ¿Qué hacer? Pues aquello para lo que estamos programados genéticamente: matarnos hasta que el que más mata se queda con el cotarro. Esos se llamaban caudillos o señores de la guerra, quienes impusieron la forma de relevo más lógica: la sucesión del primogénito (y nada de mujeres, que son inferiores, hombre). Con el tiempo estos caudillos e hijos de caudillos deciden dignificar su estatus de mafioso brutal, y se hacen llamar reyes.

Vale, ahora pasemos a cámara rápida la Historia. Llegamos al Siglo XXI. No entarré en las razones, pero en España tenemos una monarquía (parlamentaria, sí, pero monarquía), o sea, una figura heredada directamente del medievo y la falta de toda sofisticación política que le podamos achacar. Tenemos a una familia que se dedica a vivir. Sí, vivir, sin más, por el mero hecho de ser herederos de ni me acuerdo quién. No elegimos democráticamente al rey, nos lo comemos con patatas aunque solo sirva para destapar placas y tener un yate. No le podemos exigir responsabilidades y meterse con él es delito. Cojonudo, el tinglado prefecto. Para eso sirvió la transición del 78: para que algunos se aseguraran el pan, dado que no sabían hacer nada más que cazar en el monte o irse de putas.

Dicho esto, quisiera decir a todos los teóricos de la realeza (básicamente periodistas del corazón y demás chusma) que resulta patético el debate que suscitan cada vez que la bestia pare un zángano: ¿modificar la Constitución para abolir la ley sálica que favorece a los varones en la línea sucesoria?
¿Pa qué?

¿Para qué democratizar una institución que, de por sí, es arcaica, anacrónica y caduca, por no decir intríonsecamente antidemocrática? ¿Acaso no es es un ejercicio de sumo cinismo?

Por Dios, gasten el tiempo en cosas más útiles, como por ejemplo modificar la Constitución para abolir esa institución rancia y convertirnos en una democracia de verdad. A un presidente de la república al menos lo puedes echar cada cuatro años si no te gusta cómo lo hace. ¿Con un rey qué hacemos? ¿Le mandamos una puta de lujo con sífilis?

Que disfrutes de la vida, Sofía, que lujos no te faltarán bonita...
Eran pocos y parió la Leti Reviewed by Omar El Kashef on 1:36 Rating: 5

3 comentarios:

13 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
13 dijo...

Me viene a la mente un gag del Polònia (TV3), el príncipe va a la administración a hacer no se qué, el administrativo de turno le pregunta...

- ¿Algún familiar a su cargo?

A lo que responde el príncipe.

- No, al suyo...

Pues eso. Que nos sobra el dinero. XD

Omar El Kashef dijo...

Esa ha sido muy buena! No lo verán mis ojos, pero ojalá madire la sociedad como para no necesitar a un rey que nos proteja de nosotros mismos...

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