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No es país para viejos (opinión)

Ver "No es país para viejos" es como leer una novela. De hecho, es la adaptación al cine de una novela de Cormac McCarthy, que recientemente ganó el Pulitzer por "La carretera", publicado por Literatura Mondadori y que ya lleva su buen número de ediciones en España.

Pero, volviendo a la película, hay que decir que, sin haberme leído el libro, creo que los hermanos Coen han captado la intencionalidad del texto y han sabido transportarla a la pantalla a las mil maravillas. Desde que el primer fotograma abre la película, algo nos dice que estaremos ante una historia contada desde la sobriedad y la falta de prisas, con un amor por los detalles capaz de calmar al espectador más exigente. Sonidos, ruidos de respiración, el pisar de una bota desgastada en la arena del desierto, el seco descerrajar de un tiro y su sinfonía de ecos, las camas y las sillas que chirrían, los motores de los coches y el bullicio de unas calles tan vacías, o tan llenas, como la avenida principal de un poblado del oeste.

Pero si es así con las cosas, lo mismo pasa con las personas. La historia nos presenta personajes que no sabemos muy bien de dónde vienen y apenas atisbamos hacia dónde van, pero poco importa, pues a medida que el relato va sumando párrafos al texto, nos damos cuenta de que da igual que no nos lo expliquen todo, porque de lo que se trata es de disfrutar del momento, de ese anónimo soldador que, mientras cazaba venados, se topa con un cementerio de traficantes, un negocio que salió mal y dos millones de dólares; de ese sheriff de pueblo a punto de jubilarse que tiene que decidir si merece la pena arriesgar el pellejo para lo que le queda de carrera, aun a sabiendas de que tiene el olfato de un viejo zorro del desierto sin el cual no seríamos capaces de entender al que va sembrando de muerte su camino. Sí, este último al que me refiero es Chigurh, el misterioso sicario con más de psicópata que de pistolero que, de no haber sido por la excelencia de Bardem en la interpretación, habría quedado en un tipo con un corte de pelo ridículo. Chigurh es, en mi opinión, la piedra angular de carne y hueso de la historia, el que nos suscita las inquietudes, ora provocando nuestras simpatías, ora poniéndonos los pelos de punta ante su extrema frialdad a la hora de disponer de vidas ajenas. No nos confundamos, no es un asesino sin más, es un ser sereno y retorcido que se rige por unos principios muy sólidos, pero en una provincia de la moral que a la mayoría de los ciudadanos "normales" nos pilla demasiado lejos, demasiado apartada de las rutas comerciales. Vamos, que si quieres llegar hasta allí, tendrás que hacerlo solo, porque no hay billetes.


Destacar la frialdad, el morbo casi, de las situaciones que rondean al pesonaje de Bardem cuando se topa con cualquiera. Las conversaciones que entabla con sus víctimas potencias, que solo él sabe hacia dónde conducen y cuyo desenlace es tan binario como dejar vivir o matar. Flota en el aire la misma muerte, dispuesta a lanzarse como un perro de presa contra quien Chigurh decida desde su herramienta distintiva: la bombona de aire comprimido. Su método, siempre tranquilo y nunca caprichoso, de afrontar lo que al común de los mortales pondría, cuando menos, nervioso. Se ve que disfruta con lo que hace.

En definitiva asistimos a una historia que se nos va desenvolviendo sola, sin esfuerzos o recursos innecesarios, para llegar a un final de los que yo llamo "relativos", pues en realidad no lo es. Todo ello aderezado con una exquisitez y un buen gusto cinematográfico que te dejan más que satisfecho, de lo que cabe destacar la extrema calidad de los actores y del guión, incluidos los secundarios (aunque en realidad todos lo son, puesto que el verdadero protagonista es un maletín lleno de pasta).

Una película del oeste, con componentes actuales y personajes endurecidos por unas vidas que, por diferentes que hayan sido, los han moldeado de manera muy similar, cada uno en el extremo de la moral que prefiere o se ha visto obligado a escoger. Lo único malo, a mi juicio, es que cerca del final la pelícla parece perder un poco de ese ritmo sostenido que te hace aferrarte a la butaca, pero se le persona, porque, como bien me dijo una sabia voz, es una peli de guión, no de finales populares...

Vaya, si no le dan a Berdem el Oscar es que algo va muy mal en la industria del cine americano.
No es país para viejos (opinión) Reviewed by Omar El Kashef on 11:42 Rating: 5

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