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'Appaloosa', buenas intenciones que se quedan cortas

Siempre me he considerado un admirador sin condiciones de Ed Harris. Este veterano actor entra dentro del selecto elenco de "Secundarios de oro" del cine americano que no consiguen su propio terruño de gloria personal, pero sin los cuales el cine no sería, en absoluto, lo mismo. Más pena da cuando ves que otros, mediocres, mucho más grises y planos, consiguen llegar a las masas y triunfar con méritos algo discutibles.

'Appaloosa' es el segundo intento de Harris de meter la cabeza en el mundillo desde la perspectiva de quien permanece tras la cámara, pero como buen adicto a su profesión, no ha podido reisstirse a la tentación de quedarse también delante. En este caso ha escogido un socio de lujo, porque si de otro actor tengo especial debilidad (con perdón de Clint, Al y Robert), es de Viggo.

Muchos han tildado este film de resurrección del 'Western', de hito comparable a 'Sin perdón' y de nuevo giro de tuerca del género. Yo creo que son exageraciones. Bueno, sí que es un 'Western', pero ni mucho menos está a la altura de los viejos clásicos a los que Morricone ponía la banda sonora y Clint la cara de tipo que se enciende una cerilla en la mejilla. Pero 'Appaloosa' es ante todo un espejismo. Cuando empiezas a verla crees que vas a ver una cosa que al final resulta ni ser ésa, ni todo lo contrario. Arrancamos con una situación típica del género: un ranchero malvado que tiene a un pueblo comiendo de la mano. El ranchero se pasa de la raya y da lugar al conflicto que le enfrentará a los personajes. En este caso, Viggo y Ed encarnan a dos viejos amigos y compañeros de armas cuya profesión consiste en recorrer los pueblos de Nuevo México para ejercer de "ley itinerante" o sheriffs de alquiler.

En un principio uno se deja seducir por los rostros de líneas duras, sombreros polvorientos y promesas de un desenlace que no por previsible va a ser menos apreciado. Virgil y Everett (los personajes que encarnan viggo y Ed) son creíbles hasta el último poro, con sus manías, sus costumbres y el oficio que rezuman por los cuatro costados, amén de unos principios y unos conceptos de la convivencia que los hacen atractivos. Uno cree, en este punto, que el enfrentamiento entre estos dos y Randall Bragg, el malo interpretado por u siempre solvente Jeremy Irons, irá en aumento hasta la culminación de u tiroteo final o algo parecido. Pero no.

De repente el guión nos saca de la manga a una tal Allison French (interpretada por la insoportable Renée Zellweger), respetable dama que toca el piano y padece de un complejo de soledad que le hace necesitar montar al semental del rebaño sea cual sea el precio y la situación. Ahí es cuando el espejismo se manifiesta y despista al espectador incauto que creía haber ido a ver una película que, de repente, le cambian sobre la marcha. El 'Western' se convierte en una especie de experimento emocional basado en el trío asimétrico formado por Allison, Virgil y Everett. Aquí es cuando, aparte de añadir varias razones para detestar a Renée, el espectador se pierde al mismo paso que el ritmo de la propia historia, que desaparece sin dejar apenas rastro, mostrando graves carencias narrativas y de sentido del objetivo al que se pretende llegar. Uno se da cuenta de que Bragg, el malo, se difumina de repente hasta ocupar un segundo plano que relega su historia, la que creíamos eje del film, entre los bastidores. Uno está acostumbrado a que en las películas del género el autor consigue que odies al malo por sus acciones para luego disfrutar con su caída final. Pero aquí te preguntas dónde está tanta maldad, al tiempo que caes en que estás viendo dos películas en una.

La sensación de timo y de que había que buscar una forma de meter a la Zellweger con calzador cobran vida y nos dejan por delante con más de dos horas de tiras y aflojas, de subes y bajas que arrancan a la película todo atisbo de interés.

Todo esto con un final abrupto, sacado de no sé dónde y que deja un sabor de boca de extrañeza. ¿En qué estaría pensando Ed al escribir el guión? Quizá pretendían reinventar el género y a este servidor se le ha escapado algo, pero tanto sonido chirriante no debe de ser solo cosa mía.

Mención aparte merece Viggo, que es un genio de la interpretación y llena todos los huecos que las deficiencias propias de la historia deja al aire. Qué gestos, qué expresiones y qué maestría del lenguaje corporal. Qué gusto da ver a actores tan enormes y llenos de agasajos al espectador agradecido. Es que se los ha comido a todos, Ed harris incluido, que parecía demasiado abotargado en un papel quizá un poco rígido.

En fin, ahora que Clint se retira de la interpretación, más seguro que nunca estoy de que muy lejos queda la resurreción del 'Western'. Dejémoslo en un proyecto personal que pronto pasará al olvido.

'Appaloosa', buenas intenciones que se quedan cortas Reviewed by Omar El Kashef on 23:50 Rating: 5

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pena, la verdad, tenía ganas de verla. Si es medio pastel, como que prefiero ir a ver mamporros a tutiplen en Outlander o la (según parece) magistral Red de Mentiras... mañana veremos.

Por cierto, ¡¡¡vote for reseña dark heressy!!!

:P

Omar El Kashef dijo...

Pues yo también tengo ganas de ver Outlander. Me he quedado con las ganas de ver red de mentiras, a ver si encuentro tiempo y la veo también...

Parece que la reseña de DH va ganando, pero se ve que la gente viene con ganas de bronca, porque le sigue de cerca el artículo de opinión incendiaria jejejeje...

El pueblo decidirá. Yo, por si las moscas, me estoy leyendo el juego, que siempre hay ideas para incendiar el patio :P

Gracias por pasarte, Nexo!

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