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El Maestro de Esgrima

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Era un tipo alto, de piel clara y buen porte para su edad, que ya empezaba a pesarle en los hombros. Sus gafas de miope, pelo ralo y banco, a juego con una barba cuyo bigote describía picos hacia otros tiempos, parecía el atrezzo perfecto para su uniforme de maestro de esgrima. Lo cierto es que siempre anheló tiempos pasados, los de las fotos sepia y la películas aceleradas en blanco y negro. "Era un tiempo donde aún existía la caballerosidad", solía decir entre suspiro y suspiro, recordando un tiempo que quizá sólo existió en su mente. Pero en eso consiste la felicidad, ¿no?, en hacer de la realidad nuestro particular patio de juegos.

Quizá por esa añoranza perenne nunca abandonó su pasión máxima: la práctica de la marcial disciplina con florete, espada y, en alguna que otra ocasión de alocada juventud, sable. Pero el florete, ay el florete, siempre fue el objeto de su amor más sincero y declarado. Siempre que se subía a tirar con un oponente observaba la secular tradición de mirarlo fijamente a los ojos, careta bajo el brazo izquierda, y saludarlo con un seco, pero caballeroso, gesto del acero, llevándoselo con decisión hasta la altura de la cara, separando el mundo en dos partes simétricas a sus propios ojos. Luego, se colocaba la careta, empuñaba el arma según el canon del arte que practicaba, asentaba las piernas, perfectamente flexionadas, formando un ángulo recto impecable con los pies, separados menos de un metro el uno del otro sobre el piso, y levantaba la mano libre sobre la cabeza para mantener el equilibrio del esgrimista, como un pavo real a punto de cortejar al adversario, siempre respetado, siempre querido y, casi siempre, derrotado al cabo de cinco toques.

Cada gota de sudor vertida bajo el peto negro que lo distinguía como maestro de esgrima era un testimonio de la devoción hacia su arte y sus pupilos, que no eran pocos y lo amaban más allá de toda razón y lógica. Tuve la suerte, aunque entonces no era consciente, de aprender de su acervo cada truco, cada matiz, cada quiebro, hasta el punto de amenazar remotamente con vencer su inasequible zurda. Qué tenaz era el condenado con sus paradas, sus contras, sus fintas y sus pases. La danza de los aceros siempre terminaba con un seco golpe en el pecho de uno, como un calambre, justo antes de que se encendiera la luz que lo certificaba como ganador, primero de un punto, luego de otro, hasta terminar con el combate.

Pero mis pasos me llevaron por otros derroteros. No quise compartir su pasión porque yo no la sentía, y justo es para él que así lo diga. No sé si fue entonces o si ya venía de atrás, pero al envainar el acero y colgar la careta, emprendimos viajes separados. No es que me arrepienta, sino más bien que a uno siempre le gustaría que las cosas hubiesen sido de otra manera. Somos inconformistas, especialmente cuando pasas la hoja de un libro sobre la que no puedes volver. Mi relación con él no fue, en definitiva, todo lo estrecha que podría haber sido, pero el afecto siempre estuvo ahí, por muy cascarrabias que a veces se mostrase y muy intolerante que yo me pusiese.

Pero, sin duda, fue un gran médico y maestro de esgrima. Fue una buenísima persona, y todos los que lo conocieron lo saben como que el agua moja y la ignorancia duele. Fue un niño que nunca supo crecer; un lord atrapado en la clase media; un payaso frustrado, siempre deseoso de hacer reír a los demás; un desastre para terminar de aprender el español, a pesar de haber casi olvidado el árabe de su Egipto natal. Fue un sibarita; un amante del buen puro, la buena comida y el helado, mucho helado. Fue mi padre, y murió hace algo más de una semana después de una larga enfermedad que intentó llevarse su dignidad, pero se quedó con las ganas.

Éste es el mínimo homenaje que se merecía por mi parte, lejos de lo socialmente correcto, las ceremonias y la costumbre establecida; desde la quietud, la noche, la intimidad y yo mismo. Hoy le dedico esta entrada desde mi propio florete, mi espada, mi blog... y quiero compartirlo con vosotros. Va por ti, "Doctor". Espero que estés en alguna parte, brindando con un buen Jack Daniels on the rocks (o un Bloody Mary, quizá), partiéndote el culo de lo gilipollas que somos los que seguimos aquí, tan preocupados por tanta fútil pequeñez.

PD. Espero que los que habéis tenido que sufrir mis "dolores de cabeza", dentro y fuera de este blog, sepáis disculparme. Al menos a algunos os he dado excusas para nutrir vuestros propios espacios, algo es algo. No ha sido un buen verano. Espero que el próximo sea mejor.

El Maestro de Esgrima Reviewed by Omar El Kashef on 0:40 Rating: 5

17 comentarios:

Selenio dijo...

Ah, qué interesante persona debió ser tu padre. Una de esas personas con la que querría haber tenido la oportunidad de conversar tranquila y largamente alrededor de una mesa. Lamento mucho que eso ya no vaya a ser posible y os acompaño a toda la familia en el sentimiento.

Al menos, por lo que se desprende del reportaje, parece que vivió bien, vivió mucho y deja un gran legado tanto en sus artes como en los suyos. Todo eso es quizá lo más importante.

Una vez leí una frase que me ayudó a superar una pérdida, sé que no es tu estilo, pero te la dejo igualmente por si en el fondo te sirviese de algo:

"No te preguntamos Dios por qué te lo has llevado, sino que te damos las gracias porque nos lo diste"

Un abrazo compañero.

Selenio.

Anónimo dijo...

Tuve el privilegio de gozar de una de sus célebres clases de esgrima, probar su poderoso Bloody Mary y sentarme con él a conversar sobre la grandiosidad de Bruckner, la amargura de Mahler, el dramatismo de Rachmaninov y la potencia de Shostakovich, aunque nunca estuvimos de acuerdo con Bach y Beethoven (que poco te gustaban...)

Av, creo que es el más hermoso homenaje que nadie puede rendirle a este hombre tan romántico como carismático.

Nunca le olvidaré, y estará presente en cada nota de ese Concerto de Toronto que tanto le gustó, más aún cada vez que sale de mis manos.

Nah dijo...

ya te lo dije el otro día, un fuerte abrazo y ya sabes donde estoy para lo que necesites

Paco

Jose Tellaetxe Isusi [AK-47] dijo...

«Hoy he visto una nube en el cielo infinito,
un paño blanco en medio del azul.
Parecía un turbante sobre el árido monte.
Luego he mirado al wadi que hay junto al poblado
y le he dicho: “hermano wadi,
¿te gustaría que esa nube solitaria
descargara su agua sobre tu cauce seco?.
Tu orilla volvería a poblarse de hierba
y yo me quedaría al menos otra luna
engordando a mis cabras”.
Y me contestó el wadi: “Eres un ignorante,
Hermano Mahmoudian.
Las nubes son mujeres caprichosas,
derraman sobre ti la dulce miel de su mirada
y luego parten lejos, su recuerdo perdura
hasta que el sol lo agosta
y la felicidad se va con ellas.
Pero aún así, si la nube lo quiere,
que derrame sus dones sobre mi cuerpo seco.»

Mahmoudian Jarfi

PD: ;)

Omar El Kashef dijo...

Muchas gracias a todos ;)

Felipe Reyes dijo...

Mi más sentido pésame, y todo mi agradecimiento por unas palabras tan sinceras. Te conozco gracias Orroe, y es un lujo leeros. Participaré más, lo prometo.

Felipe.-

Omar El Kashef dijo...

Hola Felipe :) y muchas gracias. Cualquiera que llegue de la mano de Orroe es más que bienvenido. Te tomo la palabra y espero leerte a menudo; una perspectiva fresca de un mundo demasiado viciado, como es el que toco por aquí, me la tomo como oro en paño.

Hasta pronto ;)

Akodo Kusari dijo...

Un abrazo muy fuerte y mucho ánimo.

Como decía Reverte: "El arma blanca tiene una ética de la que todas las demás carecen... Y si me apuran, diría que hasta una mística. La esgrima es una mística de caballeros".

Master RRHH dijo...

Qué bonito, a Sulfi le habrían encantado tus palabras, me he emocionado mucho al leerlo y al volver a ver el vídeo :´)

Echaré de menos sus bromas de catalanes y como se disculpaba después y daba explicaciones contando por enésima vez la anécdota, y cuando se reía de sus propios chistes que sólo él entendía, del tarareo cuando andaba por Benissa, de cuando me llamaba "crema con chantilly" y decía cosas "del barranco" cuando ya casi ni veía. Fue un gran hombre.

Omar El Kashef dijo...

Akodo, has dado en el clavo. Esa frase la suscribiría. Muchas gracias, en serio :)

Lore, un besazo enorme ;)

Gary Arkham dijo...

Mi más sentido pésame, compañero. Ha sido un homenaje inspirado y bello.

Alfredo Prieto a.k.a. Meroka dijo...

Mi mas sentido pésame por tu perdida. El homenaje no solo le honra a el como persona y como padre, sino a ti también como persona y como hijo.

Un abrazo y animo.

Omar El Kashef dijo...

Gary, Alfredo, gracias. Sumo vuestras muescas a las ya acumuladas.

Un abrazo.

Delfar dijo...

No hay palabras.

Ya quisiera yo haberle hecho un homenaje así al mío.

No sabía de que iba la entrada, pero ha dado la casualidad de que hoy que me ha llamado un amigo diciendo que acababa de perder a su madre desconsolado la he leído y me he emocionado, porque si hay algo difícil es perder algo que ya estaba ahí cuando naciste y que no concibes que te pueda faltar.

Ánimo y gracias por compartir ésto.

Delfar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Omar El Kashef dijo...

Muchas gracias, Delfar. Has descrito a la perfección la sensación. Un abrazo.

PACOP dijo...

No he escrito hasta ahora porque, aparte de lo que ya he hablado contigo por teléfono, no sabría que más decirte.

No sabría que palabras dedicar a la persona que me abrió las puertas de su casa, de su corazón, de sus pensamientos e inquietudes. Llego a ser mucho más que "el padre de mi amigo".

Pero, maldita existencia, maldita mortalidad que nos lleva... que acertadas son tus palabras: seguro que nos está mirando allá donde esté, como bien dices, riéndose. Porque, al fin y al cabo, eso es lo que nos queda, una esperanza de que haya "algo más" después de la puerta que acaba de atravesar Zulfi, lejos de cultos jerarquizados plagados de tabúes y mentiras. Él no creyó en ninguna de ellas.

Perdona amigo si estoy escribiendo a borbotones o sin sentido. Esta vez no corrijo mis palabras. Estoy apenado. Y sobre Zulfi, a pesar de todos sus defectos (¿y quien no los tiene?), no se me ocurriría el insulto a su memoria de estar midiendo mis palabras.

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Jaldelberry

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