'El invitado', la película que invita... a irse del cine

Antes había una fórmula que casi nunca fallaba, la de una buena peli de acción que te haga olvidar un par de horas la lista de la compra. No sé si era porque hasta el cine de acción palomitero se hacía de otra manera o porque la perspectiva de uno ha cambiado (puede que las dos cosas), pero el caso es que ya ni este rincón del "dudoso gusto" es baluarte seguro para huir del aburrimiento. Mas al contrario: parece una fuente inagotable del mismo.

Seré breve, porque no merece mucho más. 'El invitado' es un intento de emulación fallido de las películas de Bourne. Lo que pasa es que Matt Damon es mucho Bourne y Pual Greengrass es mucho director. Esto demuestra que, aunque uno se imagine las situaciones más bestiales del género, si no van acompañadas de un propósito (que diría el agente Smith), de un servicio a algo mayor (el argumento, por poner algo), al final sólo nos queda una colección de fotogramas vertiginosos montados con más o menos fortuna, si es que conseguimos obviar el maldito filtro que hace que todo parezca una mala tarde por una antena mal sintonizada.

Vale, estoy siendo cruel, pero las cosas como son. 'El invitado' se queda en la imitación mala del mejor cine de acción, se queda en las puertas y en una carísima pretensión que confunde los medios con los propios fines. Frases más que predecibles en un reparto desequilibrado. Sí, a mí Denzel Washington me gusta a pesar de su recurrente repertorio de muecas, pero es que el pánfilo que le da la réplica hace que la lista de la compra al final sea lo más importante de la sesión. Y ni hablar del reparto de apoyo: caras famosas que no aportan más que situaciones huecas que no aguantan un visionado que quiera hallar significado a la imagen por la imagen.

Mal asunto si, desde el primer momento, ya sabes quién es el malo, el topo, el bueno a medias, quién muere y quién sale mal parado a pesar de sobrevivir. Mal asunto si se te eriza el vello por la inconsecuencia en el comportamiento de los personajes (cuyos males radican en la página en blanco y la letra negra). ¿De verdad un policía se liaría a tiros en un estadio lleno de civiles, matando incluso a varias personas por cazar a un fulano? Y del personaje de Washington ni hablemos. Creíamos que era un hacha de superagente pero se pasa la mayor parte de la peli poniendo caras y diciendo presuntas frases ingeniosas recopiladas en quince años de películas del mismo palo. Que no, que tiene que haber mejores formas de invertir las millonadas que cuesta una película hoy en día. Yo seguiré esperando, que para esto tengo más moral que nadie.