La bestia de la guerra (1988)
Mi afición por los tanques, que hoy prodigo tanto gracias a mi amado World of Tanks, comenzó cuando tenía unos trece años. En aquella época vivía en Libia, un mundo que en Occidente solo se veía en los telediarios, demasiado cerca de Kalashnikovs, tanques soviéticos y aviones a reactor Mirage. Un amigo nuestro era mecánico de una empresa que se dedicaba al mantenimiento de los aviones de combate de Gadafi, y solíamos visitarlo a menudo. En el desierto, su campamento prefabricado se levantaba junto a una base de carros blindados, y una vez estuve tan cerca que tuve que echar todo lo que tenía de charlatanería a los quince para librarme de los dos militares que se nos querían llevar a un amigo y a mí a saber dónde. Afortunadamente una voz procedente de un lugar indeterminado les dijo en árabe bien audible que no nos quería, que éramos habituales de la zona. Si tuviese que escribir cuál fue mi mayor crítico de rol en la vida, ése fue el mío.
Los tanques ya habían hecho mella en mi subconsciente, pero la puntilla la dio 'Team Yankee', una novela escrita por un veterano oficial estadounidense de caballería mecanizada ambientada en plena Guerra Fría y protagonizada por la dotación de un temible M1-Abrams. Wow, aquell era adrenalina pura, una nueva forma de guerra a caballo entre el Hundir la Flota y Star Trek, pero más sucio y peligroso. En este contexto conseguí ver 'La bestia de la guerra', en versión original, como todas las pelis piratas que caían en mis manos, formato beta-max y subtítulos en árabe. Entonces no sabía muy cómo era eso de la invasión de Afganistán por la Unión Soviética, pero sabía que existía por las noticias de la tele y me la tragué sin casi pestañear.
La película relata con la dureza de la década de los ochenta la brutalidad de los invasores que pasaban a fuego cualquier población afgana susceptible de albergar Mujahidines, encarnados en la tripulación de un tanque soviético al mando de un oficial enloquecido. Está claro que en la época se trataba de un elemento más de la propaganda estadounidense contra los soviéticos, mediante la cual ensalzaba los valores de un pueblo honorable en legítima resistencia contra la tiranía; pueblo al que masacraría décadas más tarde como lo hicieran los soviéticos.
Pero vayamos al tema. La película es un ejercicio cinematográfico minimalista, protagonizado por los cinco tripulantes del tanque soviético y un puñado de guerrilleros afganos que los persiguen por todo el páramo con la firme intención de dar con ellos y vengarse. Suerte que el oficial, cegado por cierta demencia derivada del desgaste en el frente (que ya luchó contra los tanques nazis en la Segunda Guerra Mundial), toma un camino equivocado y pierde todo contacto con el resto de la columna. Toda la película se convierte entonces en una persecución llena de ironías macabras que no solo nos muestra como pocas veces en el cine las entrañas de un tanque y su funcionamiento, sino las de unos personajes llenos de contradicciones y altibajos entre la bajeza y la virtud moral. La historia da un giro imprevisto cuando el comandante destierra a uno de sus tripulantes, lo ata a una piedra y lo deja para que los afganos pierdan el tiempo con él por el mero hecho de haberle discutido la enésima orden inhumana y demente.
'La bestia de la guerra' sea probablemente una película desconocida para muchos, pero conviene verla para recordar un poco cómo era el cine menos gobernado por la dictadura de lo políticamente correcto, la estridencia del efecto especial y las prisas por llegar al grano. Una pequeña gran película, con intensos momentos y diálogos, silencios igual de explícitos y una filmación y una banda sonora repletas de intención y más que suficientes para transportarnos al infierno.
La bestia de la guerra (1988)
Reviewed by Omar El Kashef
on
17:22
Rating:
Comenta desde Blogger o Facebook
4 comentarios:
Cómo me gustó esta peli... y de lo mejor es el tanquista soviético que a falta de vodka, bebe anticongelante... o era liquido de frenos?
Líquido de frenos fermentado, me temo XD Sí que era buena, y lo sigue siendo a pesar de los años :D
Recuerdo que de niño me impactara mucho la escena de "interrogatorio" bajo las orugas del tanque. Gran película, fruto de su época como bien dices.
Sí que es impactante. Hoy en día eso no colaría por ninguna parte. Lo que está un poco más cogido por los pelos es lo de los afganos. Pero vaya, mola mucho.
Publicar un comentario