Invasión

En los pocos ratos que nuestro absorbente día a día nos permite, alguna vez hemos alzado la mirada al cielo preguntándonos si no seremos los únicos seres dotados de vida consciente del universo. El cine ha explorado las posibles respuestas de mil maneras, unas más amables, otras escalofriantes, con mensaje político o por puro entretenimiento.

Hace años, durante una de mis tantas noches de insomnio, estaba haciendo eso del zaping y me tompé con una película en algún canal que vino a paliar parte de mi ignorancia cinematográfica. Se titulaba "La invasión de los ultracuerpos", interpretada, entre otros, por los geniales Donald Sutherland y Jeff Goldblum. Trataba de unas esporas espaciales que viajaban por el espacio que, por caprichos de los vientos solares (o no) llegan a la tierra. El caso es que forman una especie de capullos junto a los "afectados" en los que se desarrolla cun clon suyo mientras duerme. A medida que se marchita el ser humano original, el otro florece. Si se interrumpe el proceso, el clon muere. De esta sutil y sigilosa forma, el mundo empieza a ver sustituidos a sus habitantes por unas copias exactas de sus originales, con los mismos recuerdos y experiencias, pero con una frialdad sólo equiparable a la de un... vegetal. En realidad, esta película era una versión de "The nody snatchers", de 1956. Ésta salió al mundo en plena caza de brujas de McCarthy. Entendámonos: un ser hostil de fuera se cuela sigilosamente en nuestro patio trasero para convertirnos en un ser cuyo orden es la igualdad entre todos. ¡Qué absurdez más comunistas es esa!

Pues bien, si la versión del 56 tenía un mensaje político de peso y nos contaba muchas cosas con la excusa de un cuento de ciencia ficción y la del 76 manejaba de manera excelente los tiempos narrativos y nos denunciaba la alienación del individuo en las sociedades masificadas, ahora nos llega la nueva versión que nos plantea... Nada.

En efecto, Invasión viene a ser un buen pastiche de lo ya hecho que transmite más o menos esa sensación escalofriante de ver cómo tu mundo va cambiando, multiplicándose una especie alienígena que se parece enormemente a ti pero que no parecen sentir ni padecer. Ves cómo los comportamientos colectivos invaden la esfera emocional, o más bien la anulan, te sientes raro por el mero hecho de sudar. Invasión recoge los ecos de esa sensación de agobio que transmitía La invasión de los ultracuerpos, haciéndote sentir inseguro, observado y perseguido para convertirte. Pero se queda en eso. Es un producto, un producto entretenido que empieza de manera prometedora y acaba siendo una peli de acción más. Y que conste que este que escribe no tiene nada contra las pelis de acción, pero las cosas como son. Parece que todo está inventado y que el sabor genuino de la ciencie ficción de otros tiempos, donde lo que contaba no era lo comercial de los finales, sino la consistencia y el dramatismo de los mensajes (aviso para navegantes, ojo), ha pasado definitivamente a un segundo plano.

Recomendable para pasar una tarde amena, pero sin dejar de ser plástico y cartón piedra.