La Momia 3: La tumba... del cine de aventuras

El otro día tuve la inefable idea de ir a ver la tercera entrega de esta engañosa franquicia de aventuras. Digo engañosa porque está teniendo un buen comportamiento en las taquillas, si bien es un auténtico fraude de película en todos los sentidos.

A los cinco minutos de película te das cuenta de que, no solo el guión es pésimo, sino que los propios actores no se lo creen. Maria Bello, la nueva actriz escogida para encarnar a la esposa de Rick O'Connell (Brendan Fraser) es un decálogo de lo que los profesores de arte dramático tildarían de ejemplo a no seguir. Tampoco es que el resto del reparto se aleje mucho de ella, aunque reconozco que salvaría de la quema a Jet Li, si bien es tan víctima de su personaje en el papel como el resto del reparto.

Por lo demás la película se resume en un nudo argumental más o menos gratuito, salpicado de inconsistencias y chabacanerías pseudo-hollywoodienses. Otra forma de verla es como una sucesión de clichés humorísticos fallidos que no hacen más que engorronar un producto ya malnacido desde su concepción. De hecho, cualquier secuencia de la peli, cogida al azar, habría servido de material para confeccionar el trailer de la obra, tantas son las frases "ingeniosas" que se vierten por boca de sus personajes.

Tampoco es que sus precuelas fuesen un ejemplo de virtudes del género, pero al menos (sobre todo en la primera) los actores estaban asistidos de un guión más solvente dentro de las limitaciones propias. La parodia y el humor facilón lastran dos horas que se antojan cuatro o seis, provocando en el espectador la inusual sensación de cagarse en la genealogía de los personajes, sus motivaciones (si es que se puede aludir a ellas) y las situaciones en las que se sumergen (tres o cuatro en toda la película, pero más largas que un día sin pan).

Mención aparte para los efectos especiales, que recuerdan a los de la primera, que si mal no recuerdo era de 1999. No digo más.

Solo pedir a mi novia que me perdone. Prometo que la compensaré por esta inexcusable pérdida de tiempo en nuestras vidas.