'Gravity', la genialidad improbable

Hay pequeñas pistas que toda película emite antes de su estreno que pueden ser muy útiles para hacerte una idea de lo que te espera. Por ejemplo, su director o sus intérpretes. Alfonso cuarón, realizador que se ha ganado mi respeto a base de trabajos excelentes, como 'Los hijos de los hombres', destaca por su forma de abordar su trabajo con un compromiso narrativo indiscutible a la par que atrevido desde el punto de vista técnico. En 'Los hijos de los hombres' se atrevió a rodar una de las secuencias ininterrumpidas más largas de la historia del cine, con salpicón de sangre en la lente incluido, hasta el punto de conseguir que ni nos diésemos cuenta de que aquí o allí había metido la tijera de la edición. Desde luego, es un director que no da puntada sin hilo, y eso ya de por sí merece la pena.

George Clooney es un estandarte del pequeño cine, casi artesanal, que prefiere una buena historia a una alharaca carente de pretensión alguna. Podría decirse que es la versión interpretativa de Cuarón, también lleno de intención y capaz, gracias a sus oscuros años de Blockbuster, de escoger sus proyectos por lo que tienen que decir más que por el número de cifras del cheque. Ahora va a estrenar 'The Monuments Men', no le perdáis de vista.

Sandra Bullock es una actriz infravalorada por Hollywood que ha ido creciendo por mérito propio, demostrando que puede ser mucho más que una cara fija de la comedia romántica, peleándose con el mundo y los representantes para dar con papeles de todos los géneros posibles. Y gracias a su enorme calidad como actriz, poseedora de un Oscar por mérito propio.

¿Y qué pasa si metemos todo esto en una coctelera donde la narración transcurre en el espacio, donde no hay ni aire ni presión atmosférica, donde el sonido no viaja y todo está confabulado para acabar con la vida humana al menor despiste? Pues, sinceramente, una de las mejores películas al respecto que se han rodado en mucho tiempo. A veces hay que pararse a pensar en estas cosas para darnos cuenta de los ínfimos que somos en comparación con el cosmos, y los afortunados que podemos sentirnos por vivir en una roca con una finísima capa de atmósfera que impide que nos congelemos en menos de medio minuto.

El accidente orbital sirve de excusa para analizar precisamente esa pequeñez nuestra y la angustia que va aparejada a la también humana ambición de alcanzar entornos para los que no hemos sido hechos. Un plantel mínimo para contar una historia en el mayor decorado que el universo puede dar. Metamos ahora el ingrediente de un acabado técnico impecable, con unos efectos especiales sobrios que no interfieren en la historia y un realismo casi completo, de no ser porque las probabilidades de que los personajes logren lo que logran en la historia son ínfimas. Pero no se trata de buscarle las cosquillas científicas a la cinta, porque no va de eso para nada, sino de pasar una hora y media de intensidad y un despliegue interpretativo que recae casi en exclusiva en Sandra Bullock.

Mención aparte para la enorme capacidad visual y de realización del señor Cuarón, de cuya mano viajamos literalmente en un paseo espacial que nos hará contener el aliento en más de una ocasión. Qué giros, qué dominio de las perspectivas, los ángulos y las dinámicas tridimensionales del espacio vacío. Tanto que consigue que sintamos, aunque sea por un momento, el frío del espacio muerto y el ahogo de la falta de oxígeno, todo ello acompañado por una banda sonora justa en su medida y sumamente eficaz en su cometido.

'Gravity' es una película grande precisamente porque no alberga grandes pretensiones, sino las ganas de ser muy eficaz en su relato, cosa que consigue con un sobresaliente alto, y más si es en 3D. Eso sí, sigo pensando que las tres dimensiones en cine aún están por eclosionar del todo, a pesar de esfuerzos tan loables como el de esta película. No os la perdáis.